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miércoles, 19 de enero de 2011

La vuelta a Sydney!!!

Queridos y estimadísimos viajeros

Increíble como algunas acciones cambian radicalmente la historia de una persona. Un día intentas llevar una vida normal y corriente y al otro día, apretando un botón (el de la tarjeta) entras directamente en la matriz que te hace pensar si la vida que llevabas es realmente la que elegiste o no. En mi caso me llevó 7 meses darme cuenta de que mi viaje había empezado como un mero viaje y termino siendo de una forma inesperada, una forma de vivir.

Sé que muchos están allá empezando el día y que mejor manera de hacerlo que realizar un viaje al mundo de las historias, donde un día te levantas y una cotorra te saluda por la ventana, un empleado se preocupa más por la situación del viento que por la económica y el bus que te tomas a las 10.08 am todas las mañana sigue pasando a la misma hora todos los días.
Los dejo con los relatos de mis primeros días en Sydney en julio del 2009. Me retiro y los dejo en buenas manos.

Julio 2009
Aeropuerto. Lo primero que hice al llegar, fue ir directamente al check in. Luego del correspondiente chequeo del pasaporte no tuve más que oír la siguiente frase” esto es muy fácil, esto es un boarding pass, acá está la puerta de embarque”. En ese momento sentí lo mismo que hubiera sentido un barrabrava al decirle: “acá se ata la bandera, esto es un para avalanchas”. En fin, abordamos y paso siguiente: 14 horas de avión a Auckland con una escala de una hora y luego 3 horas a Sydney.

El vuelo a Sydney fue bastante tranquilo. Viajar en Aerolineas Argentinas puede ser terapéutico. Son 18 horas de vuelo sin ningún tipo de entretenimiento, hay 3 tvs para todo el avión, me cuesta mucho darme cuenta si viajo en avión o en la empresa de bus “ El Condor”. Digo, por el precio que uno paga los pasajes es entendible que alguien exiga al menos de un servicio de entrenamiento de mejor calidad. Estas es una de las razones por las cuales me resulta terapéutico: sin tv + pollo crudo = dormir 100 dias.

Me tocó como compañera una senora de unos 70 años que no paró de hablarme de sus nietas, con razón al terminar el viaje me dijo “joven, no dejo de dormir usted”.
El aeropuerto de Auckland me pareció sofisticado y altamente organizado. Un gran despliegue tecnológico facilitaba el traslado de los pasajeros. Como en todo aeropuerto del mundo, uno puede encontrarse con las miradas de los agentes de inmigración. Esa mirada que lo desnudan a uno, es como si tuvieran un sensor que les permite ver el alma de las personas mientras caminan por el aeropuerto: “ mal tipo” “ garca” “ inocente” “ rata”.

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