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lunes, 22 de diciembre de 2008

Beijing y la Gran Muralla


Doce horas después estábamos en Beijing. De la terminal de tren fuimos directo al metro.

El metro fue de los más gracioso. Veníamos con bolsos, muy cargados. Ni bien llegamos notamos la cantidad de gente que viajaba. Yo creía que solo los argentinos viajan como vacas, pero, se ve que no somos los únicos. Obviamente la diferencia está en que ellos son mil millones y nosotros 12, en Buenos Aires, tal vez.
El metro venía re cargado de gente. Se abre la puerta y pensamos: “ seguro que se bajan algunos y entramos”. La puerta se abrió y no bajó ni uno solo.
Había un chino pegado a la puerta que me miraba mientras pensaba: ¿tenés intenciones de subir? Mira que somos millones y estamos en todos lados.
Pasaron 5 trenes más y nos subimos.

Llegamos al hostel, muy bien presentado por suerte. Mi hermano se asustó al ver que la calle estaba en construcción. Yo pensaba: “ en india esto era París”

Al día siguiente nos fuimos a la gran muralla. Sinceramente fue una experiencia espectacular, ni pensábamos que iba a ser lo que resultó siendo. Considero que es la mayor de las maravillas, la madre de todas. Las pirámides son de otro mundo, monstruosas, pero el hecho de pensar que construyeron 7 mil kilómetros de piedras clavadas en la punta de una montaña, es una locura de solo pensarlo.

En fin, nos querían sacar millones de dólares para llegar allí. Optamos obviamente por el mejor y el único método que me permitió viajar por todos lados: la filosofía rata.

Primer paso. Nos tomamos un bus de línea hasta un cierto punto. De ahí nos dejaron en el medio de la nada, o sea, una ruta desierta. Nos bajamos y fuimos atacados por chinos que decían: “¡están en el medio de la nada, les falta 70 Km a la muralla, como soy un excelente chino, y obviamente no los quiero cagar, les voy a cobrar solo 30 dólares!

Sabíamos que la combinación de buses estaba cerca, así que acordamos con que nos lleve hasta ahí, por la mostruosa cifra de un dólar. Nos llevó, nos bajamos y de ahí nos tomamos una mini camioneta por así decirlo, si se podía llamar mini camioneta.

Los pasajeros éramos: Matías, el conductor, otro chino atrás, y yo. Después se subió otra pasajera más. Le tiramos 2 dólares por 70 Km. O sea en lugar de pagar una millonada lo hicimos por 2 magos. Creo que es la mejor forma de viajar, claro está que se corren muchos riesgos pero en mi opinión es lo mejor, sino sería todo muy fácil. Ah, dato. Cuando el chino nos venía llevando nos tiro: “ A los americanos les cobró 5 veces más”.

Pasamos todo el día en la muralla. Apenas entrás, hay que atravesar unos pequeños lagos y luego subir por un sendero que te lleva a la cima. Arriba te recagas de frió. Las partes de la muralla son 3. Hay una que está muy cerca de la ciudad, pero parece Disney, toda reconstruida y plagada de turistas. Nosotros nos fuimos a la más lejana, la más conservada. Cuando llegás a la cima, ves cuan inmensa es. Se ve la extensión hasta el horizonte. Si unos quisiera, puede caminar gran parte, unas 4 horas hasta la otra sección. De la muralla no tengo más para hablar, solo puedo resumirlo en: majestuosa.

Cuando nos fuimos de la muralla ya se había hecho de casi de noche, lo cual era un gran problema a la hora de volver teniendo en cuanta la distancia que teníamos que recorrer. Obvio que al vernos solos, las hordas de chinos nos atacaron diciéndonos “ manga de boludos, están en el medio de la nada, porque somos amigos les cobro unos 70 dólares ¿sí?

Cuestión, recurrimos otra vez a la filosofía rata. Matías vio a la distancia un bus lleno de chinos. Corrimos y nos metimos ahí. La mujer que organizaba nos miró no entendiendo mucho lo que estaba pasando. Le dimos 2 dólares y de nuevo a la ciudad.
En los días siguientes nos fuimos a la zona olímpica y entramos al nido de pájaros, el estadio más famoso de las olimpiadas.

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